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Análisis de Isaías, Jeremías, Daniel, Hageo, Baruc y Ezequiel, Cheat Sheet of Ethics

Un análisis de los libros del antiguo testamento, incluyendo isaías, jeremías, daniel, hageo, baruc y ezequiel. Se explora la estructura, los temas principales y el mensaje central de cada libro, proporcionando una visión general de la historia, la profecía y la teología del antiguo testamento. El documento destaca la fidelidad de dios, la infidelidad de israel y la esperanza de restauración, así como la importancia de la reconstrucción del templo y la adoración a dios.

Typology: Cheat Sheet

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Libros Proféticos - Informe
Ángel Ariel Recarte Moreno 0301199303718
Daniel Enrique Sánchez Rodríguez
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Esthefany Yorleni Martínez Castellanos 0303200400180
Héctor Francois Escobar Valladares 0107200601597
Heydi Daniela Gamez Pineda 0318200502340
Omar Josue Cabrera Ortiz 0318200400695
Salvador Adrian Romero Bueso
0318200502081
Universidad Católica de Honduras “Nuestra Señora Reina de la Paz”
Ética Profesional
Docente: Lic. Víctor Manuel Rodríguez Gutiérrez
Siguatepeque, Comayagua
29/01/2025
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Libros Proféticos - Informe Ángel Ariel Recarte Moreno 0301199303718 Daniel Enrique Sánchez Rodríguez 1001200100331 Esthefany Yorleni Martínez Castellanos 0303200400180 Héctor Francois Escobar Valladares 0107200601597 Heydi Daniela Gamez Pineda 0318200502340 Omar Josue Cabrera Ortiz 0318200400695 Salvador Adrian Romero Bueso 0318200502081

Universidad Católica de Honduras “Nuestra Señora Reina de la Paz”

Ética Profesional Docente: Lic. Víctor Manuel Rodríguez Gutiérrez

Siguatepeque, Comayagua 29/01/

Introducción

Los libros Proféticos son un conjunto de libros pertenecientes al viejo testamento de la Biblia cristiana. Dentro de la estructura de este conjunto de libros, se encuentran los ‘Profetas mayores’ (es decir, Isaías, Jeremías, Ezequiel y Daniel) y los ‘Profetas menores’ (es decir, Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahún, Habacuc, Sofonías, Ageo, Zacarías Baruc y Malaquías); a los primeros se les etiqueta de así debido a la considerable extensión de sus escritos, mientras que la obra literaria de los segundos es, por lo general, breve.

Dentro del contexto bíblico, se les denomina ‘profetas’ a aquellas personas que, sabiéndose elegidas, proclaman el mensaje de Dios; personas investidas de un carisma especial en virtud de la cual sirven de intermediarios entre la humanidad y la divinidad.

En la exégesis bíblica contemporánea, se busca tener un enfoque sincrónico, es decir, considerando el contexto histórico dentro del cual fue escrito el texto, al igual que su lugar como parte de la totalidad del canon bíblico. Este enfoque permite, en nuestra opinión, desarrollar una interpretación de los textos bíblicos lo más cercana posible al entendimiento del autor al momento de escribirlos.

Objetivos

Objetivo general

  • Proveer un análisis y exploración de los Libros proféticos de la Biblia.

Objetivos específicos

  • Analizar cada uno de los Libros proféticos de la Biblia desde un enfoque hermenéutico sincrónico, sopesando sus circunstancias históricas para develar su contenido teológico.

· Oráculos contra las naciones (caps. 13-23): aunque también incluye un oráculo contra Jerusalén (que no puede considerarse como nación extranjera: 22,1-14) y otro contra una persona individual (Sebna: 23,15-18).

· «Gran Apocalipsis de Isaías» (caps. 24-27): anuncia el juicio del Señor sobre los pueblos; es un juicio que traerá un castigo en el día del Señor, pero en el que se abren esperanzas de salvación.

· Amenazas contra Judá y Jerusalén (caps. 28-33): también se le denomina como los Ayes de Isaías, porque comienzan con esa interjección de lamen-

· to (28,1; 29,1.15; 30,1; 31,1; 33,1) que anuncia las penalidades que esperan a Jerusalén por sus pecados, si bien se alimenta la esperanza de que la destrucción no será total.

· «Pequeño Apocalipsis» (caps. 34-35): donde se vuelve al tema del juicio del Señor y a dar ánimos para aguardar la salvación.

· Apéndice histórico (caps. 36-39): sección narrativa, repetida en 2R 18-20, en la que se habla de la destrucción realizada en Judá por las fropas asirias de Senaquerib, aunque al menos por el momento se salvó de esa gran desolación un pequeño resto, el constituido por aquellos que permanecieron junto con el rey Ezequías en la ciudad de Jerusalén.

B) La segunda parte abarca los caps. 40-55. También se le ha llamado «Deutero-lsaías» o Segundo Isaías. Hay argumentos para pensar que estos capítulos no los escribió el profeta Isaías. · Unos son de índole histórica: Jerusalén ha sido destruida tal como se profetizaba en 1,21, y la esperanza se pone en la vuelta de los desterrados tras el edicto de Ciro el persa, al que se califica de «ungido» (45,1), y en la reconstrucción de Jerusalén (44,26-

28; 49,14-23); los destinatarios de los oráculos son los exiliados de Babilonia (43,14; 48,20); la dinastía davídica no se menciona más que una vez y solo para indicar que sus atribuciones se han transferido a todo el pueblo (55,3-5). · Otros son de carácter literario: el talante amenazador de los oráculos de la parte anterior ha cambiado por los oráculos de consuelo que anuncian una futura restauración a las gentes abatidas, castigadas por sus pecados y desesperanzadas; desaparecen las referencias biográficas del profeta; el estilo conciso, fuerte, brillante e incisivo, de factura poética perfecta, de la primera parte cede generalmente ante unas construcciones más retóricas. · En esta segunda parte se suelen distinguir dos secciones, precedidas de un prólogo que abarca 40,1-11:

BI) 40,12-48,22: tiene como trasfondo histórico el exilio de Babilonia, la elección y la misión de Ciro el persa, la liberación de los deportados y su vuelta a la tierra. En esta sección está insertado el «primer canto del Siervo».

B2) 49,1-55,13: proclama la salvación divina y la restauración de Jerusalén a la vuelta del destierro. En ella se encuentran los tres restantes «cantos del Sier-

C) Incluye los caps. 56-66 y recibió el nombre de «Trito-lsaías» o Tercer Isaías. Corresponde a la tercera parte de Isaías. En el frasfondo de esta parte del libro se aprecian los problemas que surgieron en Judá, y sobre todo en Jerusalén, a la vuelta del exilio de Babilonia. El entusiasmo inicial de los repatriados tropezó con la cruda realidad: la tierra de Judá estaba completamente devastada; los recursos eran muy escasos; los proyectos de los que llegaban del exilio y los de quienes habían permanecido en el país presentaban discrepancias y tensiones; el sistema persa, no obstante su tolerancia y el respaldo de la paz en líneas generales, era al fin y al cabo, un dominio extranjero. El mensaje profético urge a la fidelidad a Dios y a la rectitud en

Por los contextos históricos aludidos que refleja la redacción actual del libro, es lógico pensar que su composición se desarrolla en un arco histórico de más de dos siglos, desde el año 733 a.C. (año de la muerte del rey Uzías y comienzo del ministerio profético de Isaías) hasta los tiempos que siguieron a la vuelta de los exiliados de Babilonia, esto es, hacia el 525 a.C.

A) Diversas explicaciones de la formación del libro

Para explicar el proceso de composición que dio como resultado el libro de Isaías tal como nos ha llegado en la Biblia, se han propuesto en tiempos recientes diversas hipótesis que pueden reducirse fundamentalmente a tres:

· La de quienes piensan que existió un núcleo inicial de la época de Isaías, contenido en los caps. 1-39, al que se habrían añadido en la época del destierro en Babilonia, a modo de actualización o relectura, los caps. 40-45 y, en época persa, tras la vuelta del destierro, los caps. 56-66, completando los textos ya existentes con significativos retoques. · La de quienes hablan de dos o tres «Isaías», es decir, de la existencia originaria de obras distintas pertenecientes a profetas diferentes, que después llegaron a unirse. Esta consideración coincide con la hipótesis anterior en dividir el libro en tres partes (caps. 1-39; 40-55 y 56-66). La primera sería atribuible al propio Isaías en la mayoría de los pasajes; la segunda se debería a un desconocido «profeta», el «Deutero-lsaías» (J.C. Dóderlein y J.G. Eichhorn); la tercera sería la obra de un tercero, el «Trito-lsaías» (B. Duhm). Esta hipótesis ha sido muy seguida por los especialistas debido a sus bases razonables, pero presenta serias dificultades y, sobre todo, corre el riesgo de romper la unidad de la obra.

· La de quienes se inclinan por una redacción tardía del libro en cuanto tal. Este habría sido compuesto después del destierro con materiales ya existentes, algunos incluso del siglo VIII a.C. Quienes siguen esta línea de explicación intentan esclarecer cuál sería el centro del libro sin llegar a un acuerdo: para unos sería la segunda parte (caps. 40-55), a la que se habría antepuesto a modo de amplia introducción la primera (caps. 1-39) y añadido la tercera como una conclusión desarrollada (caps. 56-66); para otros la parte más importante sería la tercera, a la que se sumó todo lo demás. B) Etapas en la redacción y contexto histórico de cada una

Recogiendo los aspectos más Interesantes que se ponen de relieve en las distintas hipótesis, podemos suponer que la redacción del libro de Isaías se llevó a cabo en varias etapas, pero manteniendo siempre el mismo espíritu que había guiado al profeta Isaías en su tiempo y haciendo actual su mensaje en cada circunstancia vivida por el pueblo. Como es lógico, todo este proceso se desarrolló bajo la acción del Espíritu Santo, que garantiza la inspiración de todo el libro. Así pues, los momentos más importantes que contribuyeron a la formación del libro serían los siguientes:

I) La etapa originaria de formación de la obra respondería a la época misma en la que vivió el profeta Isaías. A grandes rasgos se corresponde con la primera parte del libro (caps. 1- 39), aunque no todos los oráculos de esa parte parecen de la misma época: se ha supuesto un núcleo inicial auténtico de Isaías (caps. 1-11; gran parte de los oráculos contra las naciones; caps. 28-32) y otros que se fueron añadiendo más tarde (24-27). Es en esta parte, además, donde se encuentran los datos que tenemos de la vida del profeta. · Era hijo de Amós (1,1) -al que no hay que confundir con el profeta de ese nombre- y todo parece indicar que nació hacia el 760 en Jerusalén, pues allí predicó y allí debió de

Egipto, mientras tanto, sigue alentando la oposición a Asiria en los países de la ribera oriental del Mediterráneo. Finalmente, la insurrección contra Asiria estalla a la muerte de Sargón II (705), a la que Isaías se opone con la fuerza de sus oráculos: sumarse a la rebelión sería un fracaso suicida. Sin embargo, no es escuchado y el 701, bajo Senaquerib, Judá es invadida y devastada por los asirios, que cercan Jemsalén. No obstante, Isaías proclama que la ciudad de David es protegida por Dios y no será tomada (cap. 37), como, en efecto, así sucedió: los sitiadores inopinadamente levantaron el cerco (37,36-38). La sorprendente liberación de Jerusalén ocurre hacia el año 700. Los años que siguen son de relativa calma para Judá hasta que la presión de Asiria cede. · En ese contexto histórico Isaías ejerció un influjo religioso profundo, con importantes repercusiones en los acontecimientos del reino de Judá, a lo largo de cuatro décadas. · A estas circunstancias se añaden la perfección y belleza de su lenguaje y la fuerza de sus visiones e imágenes, cualidades que le convirtieron muy pronto en el clásico por excelencia de la poesía hebrea o, en palabras de L. Alonso Schõkel, "el Dante de la literatura hebrea".

  1. Otro momento importante que se detecta en la redacción del libro de Isaías es el de la cautividad en Babilonia, cuando los desterrados ven cercano el momento del retorno a su tierra. Es el contexto de los caps. 40-55 que hacen relación a unas circunstancias históricas posteriores a la primera parte en más de un siglo, con la mención expresa de Ciro el Grande. Se corresponde con la segunda parte del libro, donde se ofrecen nuevas respuestas a la situación de ruina creada en el destierro. · El pueblo opresor ahora no es Asiria sino Babilonia, que conquistó Jerusalén el año 587-586 a.C. y, en varias etapas, fue llevando cautivos a Babilonia a los habitantes más importantes de Jerusalén y de Judá.

En esos años se van sucediendo las victorias de Ciro, rey de los persas. El año 553 derrota a Astiages, rey de los medos, destruye su capital Ecbatana el 550, coronándose rey de Persia y Media, y el 546 vence a Creso, rey de Lidia, conquistando su capital, Sardis. Como consecuencia, Babilonia queda rodeada del poder persa mientras se ve envuelta en luchas interiores de carácter político y religioso.

· En estas circunstancias, en que la desesperanza de los desterrados emerge (40,27; 49,14), se presenta un mensaje de consuelo. Por una parte, se recuerdan las acciones del Señor en la creación y en la liberación a Israel de Egipto, prototipo de todas las intervenciones que ha hecho Dios en favor de su pueblo; a la vez, se ofrecen perspectivas de esperanza, con el anuncio del retorno a la tierra como un nuevo éxodo.

· Al afrontar la nueva situación el autor sagrado lo hace según el mismo espíritu de Isaías y se realiza una verdadera «actualización» de su mensaje, intentando incluso seguir su misma pauta literaria.

  1. En los caps. 56-66 se refleja otro momento histórico. Se trata de la situación vivida en Judá a la vuelta del destierro. Se corresponde a grandes rasgos con la tercera parte de Isaías. · Derrotada Babilonia de modo inesperadamente rápido, el año 539 Ciro el Grande, rey de los persas, emite el edicto de libertad a los exiliados. Estos pueden volver a su tierra de Judá y reconstruir el Templo de Jerusalén (cfr. Esd 1,2-4 y 6,2-5). Sin embargo, cuando los deportados regresan se encuentran con circunstancias terriblemente precarias y duras. El país está deshecho y los que se habían quedado en él ven amenazadas sus posesiones y hasta su relativo bienestar con la llegada de los exiliados.

· Junto con denuncias proféticas de infidelidades, de vicios, del culto meramente externo, encontramos visiones de esperanza y de ánimo para perseverar frente a las dificultades externas e internas.

· Los oráculos de esta parte se orientan cada vez más hacia horizontes que trascienden las condiciones de la historia meramente humana y se proyec-

A pesar del aparente desorden en la estructura del libro y aunque ciertamente se detecten diversas etapas en la redacción del libro, solo tomando el libro como un todo unitario se podrá ver su hilo conductor y se hará justicia a la forma en que Dios ha querido que fuera transmitido en la Biblia.

En la actualidad, aunque a grandes rasgos se mantiene la división del libro en 3 partes, se prefiere una lectura más unitaria del libro, evitando hablar tanto de fres profetas diferentes y atendiendo más a la coherencia teológica y literaria que presenta el libro en su forma final (B. Childs, R. E. Clements, etc). El libro en su conjunto se presenta como una sola obra con carácter unitario, no solo por haberse atribuido toda ella a Isaías, sino también por:

· Algunas relaciones internas en su estructura, como la que se establece entre los caps. 2 y 66, que forman una especie de marco en el que se incluye el contenido del libro, siendo el cap. 1 como una introducción o prólogo a todo el conjunto. · Los temas comunes que aparecen en fas tres partes del libro: · el título Santo de Israel designa al Señor que juzga (5,19), al Señor que salva (43,14) y al Señor que glorifica al pueblo (60,9-14); · la gloria experimentada como realidad que llena la tierra (6,3) se revelará a todos los hombres (40,5) y otorgará la salvación reservada a los repatriados (60,1-3); · la justicia presentada como ideal divino que los hombres han de imitar (26,9), en la segunda parte es justicia-salvación (45,8; 51,5.6.8) o justiciapaz (48,18; 54,13- 14) y Io mismo en la tercera (56,1); · el pecado, cuyo perdón se prevé para el futuro (39,24), en la segunda parte ya ha sido perdonado (40,1-2), y en la tercera es objeto de arrepentimiento personal sincero (64,8);

· El sentido teológico que se aprecia en el conjunto del libro (F. Ramis): · Prólogo (1,2-31): descripción de la indignidad del pueblo idólatra. · Cuerpo del libro (2,1-64,11): proceso de conversión. · Epílogo (65-66): pueblo convertido que atraerá a todos los pueblos a Sión. · Así pues, el libro describiría la evolución del pueblo, que pasa (J. Vermeylen): · de la rebelión a la fidelidad; de la sordera a la escucha; de las tinieblas a la luz; de un culto que Dios no soporta (1,10-20); a cambiar con la ayuda de Dios (43,1-7); y a revelar a las naciones la salvación (66,7-14).

3. Enseñanza De entre los libros del Antiguo Testamento, el de Isaías es uno de los más importantes por su enseñanza y su doctrina: sobre Dios, sobre el hombre y sobre la salvación.

El libro refleja la paradoja de la historia dramática y venturosa del pueblo de Dios durante algo más de dos siglos. Además, con palabras de San Jerónimo en su Prólogo a Isaías, este «libro es como un compendio de todas las Escrituras». Podrían aducirse textos de Isaías prácticamente para cada punto de la doctrina cristiana. A la vez, Isaías abre amplios horizontes hacia la plenitud de la Revelación en el Nuevo.

Sin embargo, a la hora de elegir las cuestiones más significativas, habría que acudir a los motivos que recorren todo el libro:

la trascendencia de Dios; la ofensa que supone contra Él el pecado del hombre. Y a un motivo específico de cada parte del libro:

el mesías futuro en la primera parte; la universalidad de la salvación en la segunda; y la esperanza escatológica en los capítulos finales. A) El Dios que se revela en Isaías

· La vanidad de las mujeres (3,16), la indiferencia religiosa (5,19), el apegamiento a las riquezas (2,7), la seguridad en las fortificaciones militares (17,3; 22,5-11) o en las armas (2,7; 22,6; 31,1) o en las alianzas políticas (30,1) son, antes que nada, muestras de desconfianza en Dios.

El castigo divino, en consecuencia, debe significar una humillación del hombre y en eso consistirá el día del Señor (2,11-16). Los rebeldes y orgullosos deben desaparecer; toda altanería y toda altivez serán abatidos ante la gloria del Señor.

C) Mesianismo real El centro de la predicación de Isaías, recogida en la primera parte del libro, es la promesa divina sobre David y sobre Jerusalén.

  • En la catástrofe de la invasión asiria desaparecen Israel (año 722 a.C.) y parte de Judá, pero es enseñanza del profeta que se salvará un resto que ha de ser después el núcleo de la restauración nacional. Quedará solo «una décima parte» (6,13), pero de ese tronco saldrá un brote que será la «semilla santa» de los rescatados de Sión (4,2-3).
  • Jerusalén, donde habitan los que durante la invasión permanecen fiados solo en Dios (10,20), los humildes y pobres del Señor (30,18; 33,2), será fuente de paz mesiánica para todos los pueblos (2,1-5); allí acudirán, a sentarse al banquete mesiánico todas las naciones (19,18-25). RASGOS DEL MESÍAS Y DE SU ESPÍRITU EN ISAÍAS (cfr. Catecismo, nn. 712-714) Los rasgos del rostro del Mesías esperado comienzan a aparecer en el Libro del Emmanuel (Is 6-12), en particular en Is 11,1-2: Saldrá un vástago del tronco de Jesé, y un retoño de sus raíces brotará. Reposará sobre él el Espíritu del Señor: espíritu de sabiduría e inteligencia, espíritu de consejo y de fortaleza, espíritu de ciencia y temor del Señor. Ahora bien, los rasgos del Mesías se revelan sobre todo en los Cantos del Siervo (Is 42,

Aunque Isaías no utiliza el término «Mesías», es el profeta más representativo del llamado mesianismo regio, que concibe y describe al futuro salvador con rasgos tomados de la figura del rey.

  • A este personaje magnífico se le describe como «Consejero maravilloso, Dios fuerte, Padre sempiterno, Príncipe de la paz» (9,5).

La figura del Enmanuel (Dios con nosotros) concentra todas las promesas (7,14):

  • Él reinará sobre su país, será el restaurador de la dinastía davídica, reducida a una simple cepa; será el rey eterno prometido por Dios.
  • En él se sintetizarán las grandes corrientes de la esperanza de Israel: la dinástico-real (7,14), la profética (11,2), la paradisíaca (11,6-9) y la escatológica (11,9 y quizás 9,6b).

D) Universalidad de la salvación

Durante la cautividad de Babilonia, época en la que se redactó la segunda parte de Isaías, Israel reflexionó, quizás más que nunca, sobre su propia existencia y sobre su historia y sus antiguas tradiciones. Se recurre a tres hitos importantes de la historia de Israel con sus tres personajes característicos: la historia patriarcal con Abrahán, el éxodo con Moisés, y la monarquía con David.

El profeta termina el libro con la esperanza en un futuro esplendoroso: · Más que una renovación de lo antiguo se trata de la instauración de una nueva creación y de una alegría hasta ahora desconocida. · La alegría y la esperanza en un futuro más prometedor de las que habla el profeta no se cifran en instituciones humanas. Será, en cambio, el Señor quien instaure definitivamente la justicia (61,8-11) y quien alcance para el pueblo la salvación sin necesidad de intermediarios (62,1-12). Estas ideas abren un horizonte nuevo y definitivo, cuya esperanza no queda limitada a las fronteras de Israel o al tiempo presente: es la visión escatológica de la que tratarán también los libros de Ageo y Zacarías.

JEREMÍAS

BIOGRAFÍA

Jeremías nació en Anatot, de familia sacerdotal, hacia el año 650 a.C. (cf. Jer 1,2.6). Su padre se llamaba Jelsias (1,1), pero no es probablemente el sacerdote que aparece con idéntico nombre, en tiempos del rey Josías (2 Re 22-23). Jeremías, fue llamado al profetismo en el año 13 de Josías (627 a.C.). Su actividad profética, que casi se limitó exclusivamente a Jerusalén, se extiende, por lo menos, por espacio de cuarenta años, pues sus últimas palabras llegadas hasta nosotros datan de fecha posterior a la destrucción de Jerusalén (año 587/586, cf. Jer 44). Sin embargo, no se conserva ningún discurso del profeta de los años 622 hasta la muerte de Josías (año 609), lo cual se explica porque él, consideró como realización de sus postulados la reforma deuteronomista del culto

Su actuación, por tanto, se desarrolla principalmente bajo los últimos reyes de Judá. Sobre esto, y principalmente sobre los acontecimientos ocurridos durante el territorio de Jerusalén, tenemos muy buenos informes por este libro. En fuerza de su conciencia de profeta, no desistió de anunciar calamidades inminentes como castigo por los pecados de Judá y, no obstante la fuerte oposición, combatió valerosamente las opiniones populares dominantes y con frecuencia también la política de la casa real. Durante el reinado de Sidquiyyá (598-587/86), Jeremías procuró inclinar al rey hacia la única política posible, la de someterse a Babilonia. Tuvo que sufrir mucho (Jer 37-39). Conquistada la ciudad, los babilonios le dejaron en libertad y nombraron gobernador a su amigo Guedalya. Pero, cuando éste cayó asesinado, ya no fue posible que las cosas evolucionaran pacíficamente, y en el aturdimiento de última hora, los israelitas obligaron a Jeremías a que huyera con ellos a Egipto. Con este total fracaso termina Jeremías su carrera de una manera trágica (Jer 40-44). Faltan noticias sobre su suerte ulterior. Sobre su fiel compañero Baruc.

EL LIBRO DE JEREMIAS

Si la figura del profeta Jeremías es una de las más impresionantes que surgieron en Israel, no la conocemos más que a través del libro que lleva su nombre y que refleja la comprensión que se ha tenido de este profeta a lo largo de varias generaciones. Por tanto, es necesario una primera aproximación al libro tomado globalmente debido a su longitud. Con sus 52 capítulos Jeremías es una de las colecciones proféticas más largas después del libro de Islas. Por esta razón, el lector tiene que hacerse una idea de la distribución de los bloques, el plan detallado permitirá observar el reparto del material que se hace en el libro.

Si se quiere simplificar dicho cuadro, podría dividirse el libro en tres grandes bloques c 1- colección de oráculos y de relatos proféticos, c 26-45 colección de relatos biográficos c 46- colección de oráculos contra las naciones. Esta simplificación exige algunas explicaciones. La